Vectores

16 septiembre 2020 | Change management

¿Cómo gestionamos nuestras emociones en tiempos de pandemia?

Tener un buen manejo en este aspecto es fundamental para atravesar los cambios profundos que nos propone esta etapa. Algunas claves para sentirnos mejor.

Por Gabriela Stocchetti

Tener una gestión emocional efectiva es fundamental no solo para poder transitar procesos complejos como el que vivimos actualmente, sino también para encarar el futuro con optimismo y energía. Hay algunas emociones “estrella” que experimentamos en este período de pandemia, que si se sostienen en el tiempo y con intensidad, tienen un impacto negativo en cada uno de nosotros. Hablamos de la incertidumbre, la ansiedad y el miedo.

Son emociones generadas como resultado de cambios que se presentaron y presentan de distinta forma. Algunos repentinamente, como el trabajo desde casa. Lo llamamos así porque no es el tan ansiado “home office” que esperamos por mucho tiempo. Esta forma de trabajo nos sorprendió solos o compartiéndola con uno, dos o varios integrantes más de la familia conectados al mismo tiempo, a veces en un espacio reducido, todo esto sumado a las tareas de la casa que inevitablemente hay que seguir haciendo.

Otros cambios podemos preverlos con más tiempo. Son los que se implementarán de aquí en adelante. Hoy atravesamos momentos en los que nos encontramos con más preguntas que respuestas. Momentos en que vamos a tener que repactar, hacer nuevos acuerdos, considerar y empatizar con las necesidades de los que nos rodean.

Tomar el control

La gestión emocional comienza por tomar el control sobre lo que nos pasa. Para esto, el primer paso es identificar y ponerle nombre a las emociones. Luego, si esas emociones son negativas, buscar opciones que nos permitan salir de ellas, lo que se verá reflejado en un comportamiento y en acciones que nos lleven a recuperar nuestro bienestar.

Estas son prácticas que tenemos que mantener en el tiempo, con consistencia. Prácticas que nos invitarán a cambiar algunos hábitos por otros que sean más efectivos y pertinentes. Desde la neurociencias, hoy sabemos que esto es posible gracias a la neuroplasticidad, condición que posibilita crear caminos neuronales nuevos, con el objetivo de desaprender lo conocido y que ya no es efectivo para incorporar nuevos aprendizajes.

Tres emociones distintas

Es importante saber distinguir entre ansiedad, estrés y miedo, muy presentes en situaciones de elevada incertidumbre.

La ansiedad es una emoción que surge tras una reacción de alerta, y que es necesaria hasta un determinado nivel. Es interna, es decir que cada uno tiene distintos niveles personales. Comienza a ser molesta cuando nos es disfuncional. Hay que tener en cuenta que si el estímulo desaparece, el malestar continúa y puede presentarse en cualquier momento, en situaciones en las que parece descontextualizado. Además, anticipa consecuencias que pueden no ocurrir y nos lleva a generar un autodiálogo casi permanente, muy molesto, donde la mayoría de los cuestionamientos que nos hacemos tienen respuesta desconocida. Por ejemplo: ¿cuándo estará lista la vacuna para el Covid?, ¿qué tan efectiva será?, ¿tendremos que transitar otra cuarentena tan larga si hay un rebrote?, y otras del estilo.

El estrés, en tanto, es un desajuste entre la demanda de estímulos externos y los recursos de afrontamiento personales. En este caso, si se elimina el estímulo externo, el estrés desaparece. El estresor se da en el momento presente, siempre. Ejemplo: si cambiamos un proceso en el área de trabajo que nos lleva mucho tiempo, energía y reflexión, el estrés que nos produjo esta preparación se va cuando lo terminamos.

Por último, el miedo es una emoción justificada ante un evento inmediato concreto. Aquí hay una proporción real entre el peligro y la intensidad. Ejemplo: llegamos al lugar de trabajo y nos enteramos de que una importante cantidad de colegas se contagiaron.

Sabemos que existen técnicas alternativas, conductuales, meditación, yoga, provenientes de distintas disciplinas. Todas son efectivas. Lo más importante es identificar primero qué nos ocurre, qué nos afecta. Segundo, comenzar a trabajar con la práctica con la que más cómodos nos sintamos. Tercero, ser consistentes.

Recordemos: cada uno tiene el control sobre sí mismo. Somos los principales actores, protagonistas de nuestra gestión emocional.

Aquí las soluciones que implementamos para ayudar a Navegar la Nueva Normalidad

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